miércoles, 27 de abril de 2016

Port of Morrow - The Shins: Mirada sublime tras la pedagogía de la muerte.

Esta es una de las canciones que más me han calado, de aquellas que más poderosamente siento que dicen una verdad que debe ser conocida, con una sinceridad terrible; con el carácter sublime descrito por Kant, es decir, con la grandeza del problema capaz de provocar el displacer, el sobrecogimiento de los sentidos. Siento pues, que lo que transmite es esencialmente porque el problema planteado descoloca al narrador en tanto que se enfrenta a la cuestión.


El protagonista se enfrenta a una verdad que no puede pasar desapercibida a unos ojos que han visto tanto, a unos “ojos antiguos”: los mecanismos de la vida son crueles. La verdad es que la vida y muerte son parte de un mismo proceso, el de la existencia como tal, delimitada sólo imaginariamente por los conceptos de “vida” y “muerte”, pues éstas suponen una unidad. Cualquier distinción es sólo una invención humana, referida por creaturas sujetas a una conciencia limitada, atrapadas en la unidireccionalidad del tiempo y marcadas por la memoria referida a esos mismos límites. El pichón de la historia muere a manos de su depredador, pero el cazador puede vivir gracias a ello. La muerte es vida.


Se maneja también la cuestión de la educación, sobre enseñar esto a los más chicos ¿Qué hay más noble que enseñar a los hijos sobre la muerte como parte esencial de lo que constituye la existencia? Pero no podemos, en el exterior una coraza nos quiere ahorrar el dolor de enfrentarlos a la realidad más absoluta de todas. Sin embargo, protegerlos del sufrimiento que el conocimiento y asimilación de la muerte les supone, puede ser en realidad no prepararlos para el sufrimiento mayor que será afrontarse directamente a la muerte.


Al final de cuentas es el destino de todo cuanto vive, ni por humanos podemos negar “nuestro lugar entre los insectos y todos los animales”, compartimos la condición mortal con ellos. No podemos escaparle, como si fuésemos cosa extraordinaria, a lo comunes y corrientes que somos; es fundamental conocer nuestro lugar de creaturas finitas sujetas finalmente a las inclemencias de la naturaleza que se manifiesta no sólo en el fenómeno de la muerte, sino en la voluntad de permanecer vivos. Si somos incapaces, en último término, de librarnos de esta condición esencial, es absurdo que sea “de esta gente ordinaria que ustedes anhelan liberarse”, puesto que todos somos tan ordinarios como se puede al repetir los patrones de la naturaleza.


            Mientras tanto, el protagonista observa a los líderes, profesores, falsos sabios, que le dan vueltas por el exterior al asunto, fingiendo que tratan la cuestión más íntima, pero sin hacerlo. En una sociedad que sólo nos muestra dramas telenovelescos, los malestares de desamores superficiales y demás “falso sufrimiento”, es cada vez más difícil que el hombre tenga armas para enfrentarse a los dolores más íntimos de la existencia misma. ¿Dónde hallaremos apoyo, y las generaciones venideras también, sino es afrontando directamente las cuestiones existenciales?


            Se menciona, “el cianuro de una almendra”. Las almendras silvestres contienen una dosis de cianuro suficiente como para matar a un ser humano con tan sólo comer más o menos unas cinco. Cosas tan ínfimas, tan pequeñas, pueden burlar la obra maestra humana, y destruirla. Puede dársenos con las palmas extendidas nuestra fragilidad, puede leerse en nosotros. En la carne y las débiles células que nos constituyen, el ocaso es el único destino que los adivinos encuentran.


            “As de espadas”. Tengo entendido que esta carta, dentro de las creencias de la adivinación, es significada tanto positiva como negativamente, suele ser símbolo de conquista cuando se encuentra en un sentido, y de pérdida cuando se halla en otro. Más allá de las interpretaciones de la superstición, la espada es símbolo inequívoco de lucha, ella no te garantiza ningún triunfo, tampoco una derrota, te puede garantizar al cien por ciento una lucha, eso sí.


Y a propósito de los triunfos y derrotas, es difícil delimitar cuándo una es tal, puesto que los caminos que la causalidad ha de tomar son intrincados, por lo que cualquier triunfo puede devenir pérdida, y viceversa. El futuro pues, está bien representado con una espada, una lucha que: es vida- es muerte- es vida; conteniendo cada una a la otra.


            Por otro lado, el desastre, la perdición, todo cuanto ha sucedido. ¿Somos inocentes? No, en nosotros corre el pecado original: la voluntad de vida. Somos la perpetuación de una cadena de acciones desalmadas para seguir vivos. Arrastramos la cadena que nuestros antepasados formaron, somos la coronación del miasma. En todo aquello horrible, “ahí estuvieron ustedes, así como yo”. Si estamos aquí, “querido escucha”, significa que somos el último eslabón de la maldad. Aquí también, las divisiones, líneas divisoras, son imaginarias, pues el proceso de existencia es uno sólo que recorre a los existentes. La afirmación (perpetuación mediante descendencia) de algunos individuos ha significado, para bien o mal, la negación de otros humanos. La vida supone muerte, no sólo como resultado propio del individuo, sino hacia lo otro.


            Volvemos a la cuestión, un padre sabe que debería imprimir en sus hijas aquella dura lección de vida, no puede escapar más de la cuestión y, para ser completamente sincero, también debería mostrarles la fragilidad de ellas mismas. Así que plantea deshacer las líneas divisoras afirmando que tanto florece en lo pútrido y decadente, tanto sus amadas hijas cargan con la seña imborrable de la muerte: “Hay un esqueleto bajos sus rizos”. ¿Debe pues el padre evitar que ellas lo sepan?



 



Finalmente, los dejo con mi personal traducción al español.



A través de la lluvia y todo el estruendo

Bajo el puente Fremont vi un pichón volar,

Volar temeroso del raptor que venía a tomar su vida



Y mientras se acercaba para la captura

Canalicé el miedo a través de mis antiguos ojos

Para ver en vuelo lo que sé: son amargas las mecánicas de la vida.



Bajo mi sombrero se lee: las líneas son todas ficticias

Un hecho de la vida que sé esconder de mis pequeñas

Conozco mi lugar entre los insectos y todos los animales…

Y es de esta gente ordinaria que ustedes anhelan liberarse



En mi hotel y en la TV

Un predicador en un estrado, como un buitre grita

Una advertencia del falso sufrimiento, está tratando de conseguir un ascenso



El cianuro de una almendra

Déjalo ver tus manos, consigue los ángulos correctos

As de espadas, Puerto del mañana, la vida es muerte es vida



Vi una fotografía: “Colonia en el '27”

Y luego una postal tras las bombas en el ‘45

Debe de haber sido un mundo de malvados payasos que permitió que eso sucediera



Pero ahora me doy cuenta, queridos escuchas,

Que ustedes estuvieron ahí, así como yo



Bajo mi sombrero sé que todas las líneas son ficticias

Un hecho de vida que debo imbuir en mis pequeñas

Conozco mi lugar entre las creaturas en el desfile

Y hay flores en la basura, y un esqueleto bajo sus rizos.