Esta
es una de las canciones que más me han calado, de aquellas que más
poderosamente siento que dicen una verdad que debe ser conocida, con una
sinceridad terrible; con el carácter sublime descrito por Kant, es decir, con
la grandeza del problema capaz de provocar el displacer, el sobrecogimiento de
los sentidos. Siento pues, que lo que transmite es esencialmente porque el
problema planteado descoloca al narrador en tanto que se enfrenta a la
cuestión.
El
protagonista se enfrenta a una verdad que no puede pasar desapercibida a unos
ojos que han visto tanto, a unos “ojos antiguos”: los mecanismos de la vida son
crueles. La verdad es que la vida y muerte son parte de un mismo proceso, el de
la existencia como tal, delimitada sólo imaginariamente por los conceptos de “vida”
y “muerte”, pues éstas suponen una unidad. Cualquier distinción es sólo una
invención humana, referida por creaturas sujetas a una conciencia limitada,
atrapadas en la unidireccionalidad del tiempo y marcadas por la memoria
referida a esos mismos límites. El pichón de la historia muere a manos de su depredador,
pero el cazador puede vivir gracias a ello. La muerte es vida.
Se
maneja también la cuestión de la educación, sobre enseñar esto a los más chicos
¿Qué hay más noble que enseñar a los hijos sobre la muerte como parte esencial
de lo que constituye la existencia? Pero no podemos, en el exterior una coraza
nos quiere ahorrar el dolor de enfrentarlos a la realidad más absoluta de
todas. Sin embargo, protegerlos del sufrimiento que el conocimiento y
asimilación de la muerte les supone, puede ser en realidad no prepararlos para
el sufrimiento mayor que será afrontarse directamente a la muerte.
Al
final de cuentas es el destino de todo cuanto vive, ni por humanos podemos
negar “nuestro lugar entre los insectos y todos los animales”, compartimos la
condición mortal con ellos. No podemos escaparle, como si fuésemos cosa
extraordinaria, a lo comunes y corrientes que somos; es fundamental conocer
nuestro lugar de creaturas finitas sujetas finalmente a las inclemencias de la
naturaleza que se manifiesta no sólo en el fenómeno de la muerte, sino en la
voluntad de permanecer vivos. Si somos incapaces, en último término, de librarnos
de esta condición esencial, es absurdo que sea “de esta gente ordinaria que ustedes anhelan
liberarse”, puesto que todos somos tan ordinarios como se puede al repetir los
patrones de la naturaleza.
Mientras tanto, el protagonista observa
a los líderes, profesores, falsos sabios, que le dan vueltas por el exterior al
asunto, fingiendo que tratan la cuestión más íntima, pero sin hacerlo. En una
sociedad que sólo nos muestra dramas telenovelescos, los malestares de
desamores superficiales y demás “falso sufrimiento”, es cada vez más difícil
que el hombre tenga armas para enfrentarse a los dolores más íntimos de la
existencia misma. ¿Dónde hallaremos apoyo, y las generaciones venideras también,
sino es afrontando directamente las cuestiones existenciales?
Se menciona, “el cianuro de una
almendra”. Las almendras silvestres contienen una dosis de cianuro suficiente
como para matar a un ser humano con tan sólo comer más o menos unas cinco.
Cosas tan ínfimas, tan pequeñas, pueden burlar la obra maestra humana, y
destruirla. Puede dársenos con las palmas extendidas nuestra fragilidad, puede
leerse en nosotros. En la carne y las débiles células que nos constituyen, el
ocaso es el único destino que los adivinos encuentran.
“As de espadas”. Tengo entendido
que esta carta, dentro de las creencias de la adivinación, es significada tanto
positiva como negativamente, suele ser símbolo de conquista cuando se encuentra
en un sentido, y de pérdida cuando se halla en otro. Más allá de las interpretaciones
de la superstición, la espada es símbolo inequívoco de lucha, ella no te
garantiza ningún triunfo, tampoco una derrota, te puede garantizar al cien por
ciento una lucha, eso sí.
Y
a propósito de los triunfos y derrotas, es difícil delimitar cuándo una es tal,
puesto que los caminos que la causalidad ha de tomar son intrincados, por lo que
cualquier triunfo puede devenir pérdida, y viceversa. El futuro pues, está bien
representado con una espada, una lucha que: es vida- es muerte- es vida; conteniendo
cada una a la otra.
Por otro lado, el desastre, la
perdición, todo cuanto ha sucedido. ¿Somos inocentes? No, en nosotros corre el
pecado original: la voluntad de vida. Somos la perpetuación de una cadena de
acciones desalmadas para seguir vivos. Arrastramos la cadena que nuestros
antepasados formaron, somos la coronación del miasma. En todo aquello horrible,
“ahí estuvieron ustedes, así como yo”. Si estamos aquí, “querido escucha”, significa
que somos el último eslabón de la maldad. Aquí también, las divisiones, líneas
divisoras, son imaginarias, pues el proceso de existencia es uno sólo que
recorre a los existentes. La afirmación (perpetuación mediante descendencia) de
algunos individuos ha significado, para bien o mal, la negación de otros
humanos. La vida supone muerte, no sólo como resultado propio del individuo,
sino hacia lo otro.
Volvemos a la cuestión, un padre
sabe que debería imprimir en sus hijas aquella dura lección de vida, no puede
escapar más de la cuestión y, para ser completamente sincero, también debería
mostrarles la fragilidad de ellas mismas. Así que plantea deshacer las líneas
divisoras afirmando que tanto florece en lo pútrido y decadente, tanto sus
amadas hijas cargan con la seña imborrable de la muerte: “Hay un esqueleto
bajos sus rizos”. ¿Debe pues el padre evitar que ellas lo sepan?
Finalmente, los dejo con mi
personal traducción al español.
A través de la lluvia y todo
el estruendo
Bajo el puente Fremont vi un
pichón volar,
Volar temeroso del raptor que
venía a tomar su vida
Y mientras se acercaba para
la captura
Canalicé el miedo a través de
mis antiguos ojos
Para ver en vuelo lo que sé:
son amargas las mecánicas de la vida.
Bajo mi sombrero se lee: las
líneas son todas ficticias
Un hecho de la vida que sé
esconder de mis pequeñas
Conozco mi lugar entre los
insectos y todos los animales…
Y es de esta gente ordinaria
que ustedes anhelan liberarse
En mi hotel y en la TV
Un predicador en un estrado, como un buitre grita
Una advertencia del falso
sufrimiento, está tratando de conseguir un ascenso
El cianuro de una almendra
Déjalo ver tus manos,
consigue los ángulos correctos
As de espadas, Puerto del
mañana, la vida es muerte es vida
Vi una fotografía: “Colonia
en el '27”
Y luego una postal tras las
bombas en el ‘45
Debe de haber sido un mundo de
malvados payasos que permitió que eso sucediera
Pero ahora me doy cuenta,
queridos escuchas,
Que ustedes estuvieron ahí,
así como yo
Bajo mi sombrero sé que todas
las líneas son ficticias
Un hecho de vida que debo
imbuir en mis pequeñas
Conozco mi lugar entre las
creaturas en el desfile
Y hay flores en la basura, y
un esqueleto bajo sus rizos.